Texto leído en la concentración del 30 de junio en Fuente Dorada por el nuevo asalto de Israel a la Flotilla "Rumbo a Gaza".
Acaban de asaltar el ejército israelí el barco sueco Marianne en aguas 
internacionales del Mediterráneo. En él iban delegados 
internacionalistas y paneles solares que querían romper el bloqueo 
ilegal de Israel, la potencia ocupante.
El ejército israelí si lo
 ha podido hacer es por la complicidad de los gobiernos de la comunidad 
internacional que por un lado hacen declaraciones sobre la necesidad de 
que se logre un estado palestino y se cumpla la legalidad internacional 
y, por otro lado, siguen haciendo acuerdos con la potencia ocupante, 
Israel que prosigue en sus acciones de colonización y saqueo de 
recursos, como el gas de las costas gazatíes. Sabiendo que iba a ocurrir
 un asalto pirata, como en las costas de Somalia, ninguna autoridad 
internacional ha propuesto defender el libre tránsito.
Todavía 
tenemos reciente en nuestras retinas los salvajes bombardeos y 
destrucción de Gaza del verano pasado. Según informaciones de las 
Naciones Unidas murieron 2.251  palestinos en Gaza y 27 en Cisjordania 
fruto de la represión. La destrucción de viviendas destruidas o 
afectadas fue de cerca de 100.000. Una central eléctrica, fundamental 
para la potabilización del agua, fue también destruida. Escuelas, 
hospitales y otras infraestructuras civiles también fueron dañadas, aún 
estando claramente identificadas y cuya destrucción forma parte de la 
estrategia israelí de tierra quemada.
Por fin, se paró esa 
matanza a finales de agosto, se realizó una tregua y posteriormente una 
conferencia en Egipto para encontrar acuerdos que paliasen la 
destrucción y medidas que evitasen, nuevamente, nueva violencia. Uno de 
los puntos de esos acuerdos era ampliar las millas donde los pescadores 
palestinos pudieran hacer su faena. Otro, levantar el bloqueo israelí, 
aunque se llevaba a una mesa posterior los detalles del mismo. Nunca ha 
habido esa mesa posterior. Los millones prometidos para la 
reconstrucción, una vez anunciados, se evaporaron en el camino de la 
concreción. Los materiales de reconstrucción, aunque sean para la UNRWA,
 la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados palestinos (cerca
 del 80 por ciento de sus habitantes son antiguos expulsados de sus 
casas en lo que ahora es Israel y sus descendientes), entran en Gaza con
 dificultades y de forma insuficiente. De hecho, el bloqueo israelí 
presente desde el año 2006 ha servido, entre otras cosas, para alimentar
 a la economía israelí que es la que suministra en una gran parte los 
bienes cuya financiación depende de la solidaridad internacional.
Israel destruye, actúa con impunidad, no paga indemnizaciones y se 
beneficia de los donantes. Como por ejemplo, el aeropuerto de Gaza, 
construido con los impuestos de los ciudadanos españoles en tiempos del 
Presidente Aznar, destruido por Israel, y que los sucesivos gobiernos 
españoles nunca han reclamado indemnización alguna, pero sí han firmado 
copiosos acuerdos de colaboración con la potencia ocupante, muestra de 
su complicidad. Complicidadque se extiende a la Unión Europea, Estados 
Unidos y al Cuarteto.
Ante eso, diversas asociaciones 
internacionalistas, de diversos países, ha puesto en marcha, un año más,
 una nueva flotilla, con la intención de llevar pasajeros y mercancía 
donada al puerto de Gaza (Palestina) y recoger nueva mercancía palestina
 para Europa, fomentando la economía local, atravesando siempre aguas 
internacionales.
La acción de la Flotilla, que no se va a detener
 hasta romper el bloqueo de Gaza, es una acción de defensa de los 
derechos humanos y del derecho internacional. No va dirigida contra 
nadie. Se hace después del reconocimiento diplomático de muchos estados a
 Palestina. En nuestro país, casi por unanimidad el Congreso se 
pronunció en ese sentido. Hay que dar  pasos positivos para una paz con 
justicia. No ocasiona perjuicios a nadie que tenga planteamientos 
pacíficos de resolución de conflictos y de respeto al derecho 
internacional.
El apoyo a la flotilla de la libertad es un paso 
constructivo para romper el bloqueo. Un bloqueo, no lo olvidemos, que 
Israel ejerce si hay complicidad de las cancillerías internacionales. El
 resultado de las anteriores flotillas, recordemos el asalto del 
ejército israelí al barco civil Mavi Marmara de hace cinco años ocasionó
 diez asesinatos de internacionalistas. Israel no ha pagado nada por ese
 asalto. Ha habido un nuevo asalto pirata al buque Marianne, ahora, la 
respuesta que dé España, la Unión Europea, la comunidad internacional 
debe ser en defensa del derecho internacional, salvar los otros barcos 
de esa Flotila y lograr que no haya un bloqueo, ni impunidad.
Santiago González Vallejo
 Rumbo a Gaza