lunes, 12 de mayo de 2025

77 años de Nakba continuada: Resistencia al desplazamiento forzoso en curso


Durante décadas, el régimen israelí ha perpetuado la Nakba en curso, basada en tres pilares principales: colonización, desplazamiento y traslado forzosos, y apartheid. Este mes de mayo, cuando se cumplen 77 años de la Nakba de 1948 y el genocidio de Gaza entra en su 19º mes, el régimen israelí ha avanzado brutalmente en su pilar de desplazamiento forzoso: impulsando la limpieza étnica de la Franja de Gaza, intensificando su campaña de supresión en Cisjordania (especialmente en los campos de refugiados) e imponiendo una campaña de eliminación total contra la UNRWA. Las acciones del régimen israelí, que han sido facilitadas y financiadas por los Estados coloniales occidentales, han servido para ampliar aún más la brecha de protección a la que se enfrentan las personas palestinas refugiadas. Sin embargo, ante la negación de sus derechos inalienables y el perpetuo desplazamiento forzoso, el pueblo palestino se mantiene firme e inquebrantable en su resistencia al régimen colonial-apartheid israelí.


La Nakba en curso ha dado lugar a la población refugiada más prolongada, ya que las personas palestinas refugiadas y desplazadas internas ascienden actualmente a 9,76 millones, lo que constituye el 65,5% del pueblo palestino. En la actualidad, la población palestina de la Franja de Gaza -de la cual el 80% son personas refugiadas de 1948 y sus descendientes- se enfrenta al mayor desplazamiento desplazamiento desde la Nakba de 1948: 1,9 millones, que constituyen el 90% de la población, han sido desplazados por la fuerza en múltiples ocasiones y hacinados en zonas fragmentadas, que constituyen un tercio de la Franja. El genocidio de Gaza no es una aberración ni un hecho aislado, sino más bien un componente de la Nakba en curso, resultado de 77 años de impunidad, que facilita el objetivo último del régimen israelí de controlar la máxima cantidad de tierra palestina con el mínimo número de personas palestinas.

Además del genocidio, el régimen israelí está impulsando un programa de limpieza étnica de Gaza, disfrazado de “migración voluntaria”, que incluye la creación formal de una “Oficina de Migración Voluntaria”. Estados Unidos se ha hecho eco de esta política y la ha apoyado, pidiendo el desplazamiento forzoso de la población palestina de Gaza a Jordania y Egipto, con el pretexto de convertir a Gaza en lo que llaman la “Riviera de Oriente Medio”. Se trata de planes de desplazamiento calculados para facilitar la colonización israelí (y estadounidense) de la Franja de Gaza. La UE, Francia, Alemania, el Reino Unido y otros Estados han recurrido a condenas superficiales del desplazamiento forzoso de la población palestina. Al mismo tiempo, los planes de reconstrucción de Gaza pasan por alto la Nakba en curso y el derecho de las personas refugiadas a una reparación, reduciendo la cuestión palestina a un mero asunto humanitario y promoviendo la solución de los dos Estados como panacea.


Del mismo modo, en Cisjordania, el régimen israelí ha intensificado su campaña de represión, con la intención de desplazar por la fuerza a la población palestina y ampliar aún más la dominación colonial. Ha endurecido y aumentado las restricciones a la circulación, estrangulando Cisjordania con puestos de control, y ha intensificado con vehemencia las confiscaciones de tierras y la construcción de colonias, habiendo aprobado ya la cifra sin precedentes de 15.190 unidades de colonias desde principios de 2025. En los campos de refugiados del norte de Cisjordania, el régimen israelí ha estado llevando a cabo y ampliando la “Operación Muro de Hierro” durante más de 100 días, desplazando por la fuerza hasta ahora a más de 40.000 personas palestinas. Los objetivos del régimen israelí son claros: destruir los campos de refugiados, símbolos vivos de la Nakba en curso, suprimir la resistencia palestina y su base popular, y borrar los derechos de las personas palestinas refugiadas.

 

 


En la Palestina de 1948, el régimen israelí ha seguido intensificando la represión para suprimir la disidencia, aumentando las detenciones masivas, las prohibiciones de protestas, los despidos y las suspensiones de carácter punitivo, así como las tecnologías de vigilancia invasivas diseñadas para reprimir a la población palestina.

El ataque más amplio a la cuestión de los refugiados palestinos ha incluido durante mucho tiempo una campaña de décadas dirigida por Israel contra la UNRWA, en pos de su eliminación. Esta campaña culminó con la prohibición oficial de la UNRWA por parte del régimen israelí a finales de enero de 2025 y se ha aplicado brutalmente desde entonces. Esto es particularmente perjudicial, ya que pone en peligro un sistema de apoyo vital para 5,9 millones de personas palestinas refugiadas en toda la región, incluidos 3,7 millones que dependen de él para la ayuda de emergencia que salva vidas. Las personas palestinas refugiadas del mundo entero, especialmente quienes se encuentran en campos de Siria, Jordania y Líbano, siguen enfrentándose a un importante déficit de protección. En el Líbano, esto se ve agravado por un marco jurídico discriminatorio que despoja a las personas palestinas refugiadas de sus derechos civiles, sociales y políticos, lo que ha llevado al 70 % de estas personas a depender de la ayuda en efectivo de la UNRWA como principal fuente de ingresos.  

Más allá de la prestación de ayuda y servicios, la UNRWA desempeña un papel crucial en la protección de la cuestión de las personas palestinas refugiadas, ya que tiene el mandato de operar hasta la aplicación de la Resolución 194 de la Asamblea Generel de Naciones Unidas, es decir, el derecho a la reparación (incluido el retorno, la restitución de la propiedad, la indemnización y la no repetición). Sustancialmente y políticamente, la eliminación de la UNRWA forma parte de una campaña más amplia para eliminar la cuestión de las personas palestinas refugiadas en general.

La Nakba en curso ha sido sostenida durante mucho tiempo por las potencias coloniales occidentales que siguen proporcionando al régimen colonial-apartheid israelí un apoyo incondicional y una impunidad arrolladora. En violación directa de sus obligaciones legales y morales, estos Estados han profundizado su complicidad a través de un sostenido respaldo político, económico y militar al régimen israelí en medio de un genocidio. En el plano internacional, los Estados han respaldado y promovido sistemáticamente la agenda colonial del régimen israelí, saboteando los mecanismos de protección de las personas palestinas refugiadas, vetando resoluciones y paralizando los mecanismos de rendición de cuentas. El apoyo de los Estados al régimen israelí también se manifiesta en sus políticas internas, reprimiendo, silenciando y criminalizando todas y cada una de las formas de solidaridad con el pueblo palestino.

 


Tras más de 77 años de Nakba, el pueblo palestino se mantiene firme en su resistencia contra el régimen colonial-apartheid israelí en pos de su liberación. La resistencia palestina en todas sus formas, en la Palestina del mandato y en el extranjero, ha recibido una abrumadora solidaridad por parte de personas con conciencia de todo el mundo. Los esfuerzos, la determinación y la humanidad del movimiento de solidaridad mundial contrastan claramente con la bancarrota moral y jurídica de los Estados coloniales y sus dirigentes.


Ahora, más que nunca, la única solución a la Nakba en curso es un marco de decolonización integral basado en los derechos, que garantice los derechos inalienables del pueblo palestino a la autodeterminación y al retorno. La resistencia palestina, combinada con los esfuerzos sostenidos y estratégicos del movimiento de solidaridad mundial, es la única forma de poner fin a la guerra genocida contra la Franja de Gaza, de sancionar y desmantelar el régimen colonial-apartheid israelí y de exigir responsabilidades a los Estados coloniales por su complicidad.