martes, 1 de septiembre de 2009

Mayumaná: motivos para un boicot

A la entrada de la ciudad vieja de Jaffa, cerca de su puerto pesquero, uno de los más antiguos del mundo, se encuentran el local de ensayo y las oficinas centrales de la compañía israelí Mayumaná. Su ubicación no es accidental. Jaffa, en la actualidad casi engullida por ese monstruo urbano en continua expansión que es Tel Aviv, era una población eminentemente palestina cuando fue atacada en la guerra de 1948 por el Irgun, la milicia terrorista comandada por el futuro primer ministro de Israel y ¡¡¡premio Nobel de la Paz!!! Menájem Beguin. La gran mayoría de sus 70.000 habitantes huyó aterrorizada ante el avance de los terroristas, que, casa por casa, completaban meticulosa y eficientemente su trabajo de limpieza étnica.

Terminada la invasión, el Estado de Israel se dedicó a borrar las huellas árabes, al igual que haría en tantos otros lugares de Palestina. En pleno 2009 se puede aún contemplar un ejemplo de esa manipulación: unos paneles turísticos a la entrada de la ciudad vieja explican la historia de Jaffa con unos retruécanos que les permiten, de forma milagrosa, no mencionar en ningún momento los más de 2.000 años de presencia árabe. Como colofón, el texto califica de “liberación” la invasión y saqueo de la ciudad. Esta misma amnesia aqueja al recientemente inaugurado Museo Histórico de Jaffa.

Dentro de la estrategia sionista de exterminio y posterior negación del pueblo palestino –y por tanto, de sus derechos- ocupó desde un primer momento un lugar fundamental la creación de “ciudades de artistas”. Se trataba de establecer colonias de artistas en las ciudades árabes desalojadas. Pintores, escultores, músicos y actores recibieron generosas ayudas públicas para instalarse en las viviendas palestinas e, incluso, en las mezquitas. El Gobierno israelí vende al exterior esta postal idílica de sus creadores trabajando en entornos bucólicos que han sido restaurados primorosamente, en un intento deliberado de dar una imagen de normalidad y de asimilación a la cultura occidental a la que tanto se jactan de pertenecer los israelíes. Ein Hod o el barrio árabe de Safed son algunos ejemplos. O la propia ciudad vieja de Jaffa, un “parque temático” que a duras penas logra ocultar que al otro lado del casco antiguo, lejos de las miradas de los turistas, viven aún 15.000 árabes sometidos a un estado crónico de pobreza, una décima parte de los cuales sufre graves problemas de drogadicción…

La estrategia sionista se apoya en la complicidad silente de grupos como Mayumaná. Aparte de haber cimentado su éxito sobre los restos del despojo palestino, mantiene un mutismo obstinado y nada inocente sobre la política genocida que lleva a cabo el Estado de Israel, centrándose únicamente en sus espectáculos, como si fuera posible callar en un lugar donde las violaciones de los derechos humanos, asesinatos y torturas incluidos, son continuas y masivas. Mayumaná, como tantos otros, recurre así al argumento falaz de que no se debe mezclar arte y política, como si la vida se pudiera dividir en compartimentos estancos. La realidad es que el Estado de Israel utiliza a artistas como Mayumaná y muchos otros para difundir esa imagen de normalidad tan anhelada. “Israel tiene mucho más que el problema palestino.
Es divertido, hace un tiempo estupendo, hay playa…”. Así se expresaba en El País el cantante Ivri Lider, contratado este año para el Día del Orgullo Gay de Madrid. Este es el tipo de declaraciones que buscan proyectar los dirigentes israelíes. O esa “embajadora de la paz” llamada Noa, quien a la vez que actúa con una cantante árabe-israelí en Eurovisión como muestra de “entendimiento” no duda en culpar a Hamás de la matanza perpetrada en Gaza en diciembre por el Ejército israelí que se saldó con más de 1.400 muertos, la mayoría civiles (merece la pena leer su “Carta abierta a los palestinos”, fácilmente localizable en Internet, en la que la cantante, en pleno apogeo de una masacre condenada unánimemente por toda la comunidad internacional, se despacha con frases como esta: “Sólo espero que Israel pueda hacer la tarea que debe ser hecha y finalmente logre librarlos de este cáncer de fanatismo llamado Hamás”). O declaraciones similares de supuestos intelectuales progresistas como el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, Amos Oz, o el también escritor Abraham B. Yehoshuá.
Mientras, al amparo de ésta y otras cortinas de humo, el Estado Israel continúa vulnerando la legalidad internacional y los derechos de los palestinos, tanto a nivel individual como colectivo: sigue la colonización del territorio de Palestina a través de asentamientos, todos ellos ilegales (más de medio millón de israelíes viven ya en territorio palestino), se mantiene en pie el muro que divide ciudades y familias y usurpa a dentelladas tierra que pertenece a los palestinos, se confina a la población en enclaves similares a los bantustantes sudafricanos haciendo inviable un futuro estado, se niega el derecho de retorno a cerca de cinco millones de personas que viven en campamentos de refugiados de los países vecinos, el goteo de asesinatos es continuo –hoy una persona, mañana, otra- mientras sigue vivo el recuerdo de la matanza de diciembre en Gaza…

Por todas estas razones, pedimos a los
ciudadanos y ciudadanas de Valladolid que boicoteen las actuaciones de Mayumaná previstas para los días 9, 10, 11 y 12 de septiembre en el Teatro Calderón y les animamos a sumarse a la campaña internacional de boicot, desinversiones y sanciones contra el Estado de Israel. Al igual que ocurrió con el apartheid sudafricano, consideramos que estas medidas son las únicas efectivas para obligar a la entidad sionista a respetar los derechos del pueblo palestino y la legalidad internacional, así como los derechos humanos. Creemos además que esta campaña debe llevarse a cabo en todos los ámbitos: económico, político, social y, por los motivos expuestos, artístico y deportivo, salvo en los casos en los que exista un rechazo expreso de las políticas genocidas llevadas a cabo por el Estado de Israel.

Asimismo, instamos a las instituciones democráticamente elegidas a que rompan cualquier tipo de relación con el Estado de Israel y a los ciudadanos y ciudadanas a que presiones a sus representantes políticos para hacer efectivas las medidas de boicot, desinversiones y sanciones.

Plataforma de Solidaridad con Palestina de Valladolid