martes, 16 de febrero de 2010

Jerusalem String Quartet: Motivos para un Boicot


La Plataforma Solidaria con Palestina-Valladolid ha convocado a l@s ciudadan@s a concentrase el próximo sábado, 20 de febrero de 2010, a las 19:30 horas en el exterior del Auditorio Miguel Delibes para expresar su rechazo a la actuación de la formación israelí de música clásica Jerusalem String Quartet.

Como ha sucedido en anteriores llamamientos de la Plataforma para realizar actos de boicot a manifestaciones culturales procedentes de Israel (Mayumaná, Noa), se ha vuelto a suscitar el debate en torno a la legitimidad de este tipo de acciones dirigidas contra artistas, músicos, bailarines, películas, etc. El boicot económico y político a Israel parece asumido e incluso el boicot académico, dado el papel de las universidades hebreas en la investigación militar y en el soporte ideológico del sionismo. Sin embargo, tal unanimidad no existe en torno al boicot artístico e incluso suscita rechazo en muchas personas y organizaciones nada sospechosas de simpatizar con la agresión israelí al pueblo palestino.

En primer lugar, es necesario dejar bien claro que todas las convocatorias de boicot que realiza la Plataforma no son actos aislados, sino que forman parte de la Campaña Boicot, Desinversiones y Sanciones (BSD) contra el Estado de Israel. Esta campaña es una iniciativa no violenta que surge de las organizaciones populares palestinas, es decir, de la propia sociedad palestina y no de partidos políticos o instancia oficiales. Estas organizaciones han pedido la ayuda internacional para poder llevar a cabo el boicot. El llamamiento ha sido recogido por cientos de partidos, sindicatos, agrupaciones y organizaciones no gubernamentales, etc., de todo el mundo, entre ellos la Plataforma Solidaria con Palestina-Valladolid.
Una vez aclarado este punto, podemos pasar a desglosar los argumentos que legitiman el boicot a la cultura, ocio y espectáculos israelíes:
- Las expresiones artísticas no son sólo cultura’. También constituyen, y cada vez más, productos económicos. Si se boicotea un producto alimenticio, como una naranja, ¿por qué no boicotear un producto cultural como es una película, un concierto, una novela o una exposición?
- Íntimamente relacionada con el anterior argumento está la creencia de que el arte es algo neutro, puro, casi “virginal”, y que debería mantenerse apartado de cualquier movimiento de signo político. Esta extendida concepción “angelical” del arte es un error y, además, impide a quienes la sostienen percatarse del uso propagandístico y manipulador que con frecuencia se hace de las manifestaciones artísticas por parte de los poderes establecidos.

El Estado de Israel no es una excepción en este sentido. El arte ha sido, y continúa siendo, un pilar fundamental de la estrategia sionista. A finales de los años 40 y principios de los 50 se fundaron colonias de artistas en las ciudades recién arrebatadas a l@s palestin@s. Con generosas subvenciones, ventajas fiscales y otras ayudas se instaba a l@s artist@s a establecerse en las casas, e incluso en mezquitas, que legal y moralmente pertenecían a l@s árabes. Con estas colonias se perseguían dos objetivos. Por una parte, borrar las huellas de la milenaria presencia palestina en esos lugares. Por otro lado, se proyectaba al exterior una imagen ideal de una sociedad, la israelí, volcada en la creatividad, el arte y la espiritualidad. Así fueron surgiendo las colonias, actualmente en pleno funcionamiento, de Ein Hod, el barrio árabe de Safed o el casco viejo de Jaffa.

El Estado de Israel mantiene esta estrategia ‘cultural’ de cara al exterior, buscando proyectar una imagen de normalidad que oculte su continua agresión al pueblo palestino. Cuanto más se hable de música, cine o teatro menos se abordará el conflicto. “Israel tiene mucho más que el problema palestino. Es divertido, hace un tiempo estupendo, hay playa…”. Así se expresaba en julio de 2009 en El País el cantante Ivri Lider, contratado para actuar en el Día del Orgullo Gay de Madrid. L@s dirigentes israelíes buscan este tipo de declaraciones. Tras la masacre de Gaza, el Ministerio de Asuntos Exteriores destinó dos millones de dólares para mejorar la imagen del Estado de Israel a través de la cultura y los espectáculos. “Enviaremos por todo el mundo a nuestros novelistas y escritores más conocidos”, señaló el director general de Asuntos Culturales del citado Ministerio, Arye Mekel, “compañías de teatro, exposiciones… De esta forma mostraremos el rostro más amable de Israel y evitaremos que se nos identifique únicamente en un contexto de guerra” (recogido por The New York Times, el 3 de marzo de 2009).

Frente a esta estrategia, es lícito exigir a l@s artist@s, creador@s e intelectual@s israelíes una condena rotunda y sin paliativos de la ocupación militar y la política de agresión al pueblo palestino, la discriminación jurídica y social de los palestinos residentes en Irreal y la conculcación del derecho de retorno de l@s refugiad@s. No caben los silencios ni las declaraciones de neutralidad. Aquell@s que se refugian en el mutismo y miran hacia otro lado actúan de igual forma que l@s aleman@s durante la II Guerra Mundial, que fingían no saber qué ocurría en los guetos, campos de concentración y campos de exterminio mientras se dedicaban a sus labores cotidianas como si no pasara nada, tal y como recuerdan insistentemente –y con toda la razón histórica y moral de su lado- l@s judí@s.

Cabe recordar el boicot mundial al Apartheid sudafricano en los años 70 y 80, que culminó con el desmantelamiento del régimen racista de los afrikaaners. ¿A qué persona con un mínimo de sentido de la justicia y la democracia se le habría ocurrido defender la celebración de un concierto o una obra de teatro a cargo de un grupo afrikaaner con el argumento de que ‘se trata tan sólo de cultura’?

En el lado contrario habría que recordar nuestra propia experiencia. Si la comunidad internacional hubiera boicoteado a la dictadura franquista, tal vez no tendríamos que haber esperado 40 años a la llegada de la democracia. Franco, al final, murió en la cama. Quizás el turismo de sol y playa, las cinco copas del Real Madrid, Eurovisión, la normalización de relaciones diplomáticas o el ingreso en la ONU tuvieron algo que ver con ello.

Por todas estas razones, mientras no exista una condena explícita, desde la Plataforma Solidaria con Palestina-Valladolid consideramos justo el boicot a cualquier trabajador o trabajadora cultural israelí, con los que, no obstante, intentamos siempre contactar previamente para informarles de nuestra postura y recabar su opinión con respecto a la agresión de su país al pueblo palestino. Así se ha hecho, sin recibir ninguna respuesta, con Jerusalem String Quartet.
Por todas estas razones te pedimos que acudas a todas los actos relacionados con la Campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones contra el Estado de Israel y que ayudes a difundir esta iniciativa.