jueves, 23 de noviembre de 2023

A cuánto está el kilo de carne


A cuánto está el kilo de carne. Cuántas lágrimas cuesta la muerte de un bebé en occidente. Cuántas lágrimas valen miles de bebés palestinos. Un planeta en el que se justifica un genocidio, en el que se consiente una limpieza étnica, en el que se apoyan masacres diarias de niños es un mundo de mierda.

Ningún bebé es un terrorista, ningún niño merece que le asesinen privándole de agua, comida, medicinas, despedazándole con bombas, ni en occidente ni en Gaza. Una sociedad que asiste impasible a estas matanzas diarias es una sociedad enferma, tóxica, putrefacta. Es una sociedad que no merece progresar y que algún día recogerá los frutos de su aquiescencia en unos casos y pasividad en otros.

No vale culpar a los gobiernos, no sirve de nada echar balones fuera y decir no podemos hacer nada, no tenemos el poder, porque eso es falso. Sí queremos podemos, si presionamos a nuestros gobiernos para que rompan tratados comerciales y relaciones diplomáticas con Israel, ese estado terrorista tendrá que reflexionar si le merece la pena seguir asesinando criaturas indefensas. Si abarrotamos las calles pidiendo el fin de este genocidio, de igual modo que las llenamos exigiendo otras cosas no tan valiosas como la vida de miles de niños, los gobiernos de Europa tendrán que cambiar de actitud y responder a las exigencias de sus votantes.

Ni la ONU ni la Corte Penal Internacional ni ningún otro organismo va a mover un solo dedo por esos niños. Lo estamos viendo y ya lo hemos vivido en demasiadas ocasiones y en numerosos lugares del planeta. Quizá, también los trabajadores de un aeropuerto de Bélgica creyeron que no podían hacer nada hasta el momento en el que se dieron cuenta de que estaban cargando armas en aviones con destino Tel Aviv. En ese preciso instante se negaron a cargar un solo avión más con destino a Israel.

Al menos que no asesinen niños con nuestra colaboración. Cada uno en su parcela individual seguro que puede hacer algo, aunque sea poca cosa pero muchas pocas cosas suman algo más grande. El boicot es una herramienta, si somos creativos seguro que se nos ocurrirán más maneras. Nuestra oposición a esta barbarie tiene que ser activa y comenzar ya de una vez por todas si no queremos ser cómplices de más asesinatos. 

(Texto leído en la séptima concentración en solidaridad con Palestina de Valladolid, 22/11/2023)